Nunca un hombre que estoy recién conociendo me había mandado una foto de su
pene, fue algo inesperado para mi. Estaba con mi amigo gay tomando un café y
conversando, cuando de pronto sentí mi celular vibrar, quería saber de qué se
trataba porque llevaba un par de citas con un chico que me gustaba, y me
emocionaba cada vez que me escribía. Esperé unos minutos a que la conversación
nos permitiera hacer una pausa para saber que era, y si, era un mensaje de él.
Lo primero que vi fue una imagen borrosa que aún no se cargaba
completamente en la ventana de mi whatsApp. Finalizó la descarga y ahí estaba,
sin más, sin una frase introductoria como: ‘hola, en qué estás?’ ‘estás sola?’
‘quieres verme?’ ‘quieres que te mande una foto de mi?’ ‘me extrañas?’ no sé,
cualquier cosa, por último una imprudencia; ‘quieres mirar mi hermosa verga?’.
Lo que sea. Quizás una atmósfera de intimidad no es tan necesaria, pero si una
pregunta, una insinuación. Me imagino que sentía que lo que le colgaba entre
las piernas era tan bello que no era necesario preguntarme si quería tener una
fotografía suya en mi celular.
Pensé que lo correcto era no responderle para dejar en evidencia su
imprudencia, y así no transgredirme con su acto ególatra y acosador, o quizás
responder sólo con unos signos de interrogación, algo sutil en donde no tenga
que exponer tanto de mí, y que la culpa haga lo suyo en su cabeza. Por otra
parte, pensé; el tipo me gusta, y si, es imprudente, pero quiero dejar de
verlo?
Le pasé el celular a mi amigo, y le dije ‘no sé cómo manejar esta
situación, hazte cargo tú’. Fui al baño y cuando volví ya lo había resuelto;
‘que rico mi amor, mándame más, mándame un video corriendote la paja’.
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