Nacer da miedo, nadie duda de eso, por lo tanto es un hecho, el miedo se
pasa cuando eres parida, es como una agonía que termina cuando te das cuenta de
que lo que te espera es la vida, y luego confías en la vida porque tuviste
miedo pero ella te espera después del miedo. Yo tengo miedo de nacer, como
todos, y la vida me espera, como a todos, pero no confío plenamente porque no
fui yo la que nací, me sacaron por cesárea. Primer fracaso de mi vida, debería
ser confiada, pero no los soy porque no pude comprobar por mi misma que después
del parto está la vida, porque no me parieron, me sacaron.
Por lo pronto sólo sé que ya no estoy en el paraíso líquido donde creo
haber estado plena, la zona conocida desde la que me quise aventurar a nacer.
Se que ya no estoy ahí porque siento sueño, hambre, frío, calor, dolor,
alegría. Se que puedo volver a ese paraíso porque lo he experimentado: lloré y
luego me calmé, me sentí aliviada. Sentir alivio se parece a estar ahí, como
cuando despierto de un sueño reparador, o cuando me alimentan, o cuando se me
pasa el frío y el calor.
Me entusiasmaba la aventura de ser parida, me asustaba, pero quería
transitar el miedo porque presentía que me sentiría aliviada después. Malditos
doctores que no me permitieron vivir ese momento. No importa, debo pensar que
gané, porque por una parte, tendré una buena excusa: en el futuro podré culpar
a la cesárea cada vez que dilate una agonía por miedo, cada vez que el momento
de sentir alivio se demore en llegar (creo que después de esta cesárea será más
difícil arrojarme a lo desconocido).
Por otra parte, eventualmente ganaré satisfacción, porque mientras más
intensa sea la agonía, más placentero será el momento de superarla, eso pasará
después, por ahora, en este día en que veo un mundo distinto por primera vez,
es mi madre la responsable de darme alivio, y ella será la culpable si algo más
sale mal.
Pero por mucho que algo salga mal, la oportunidad de nacer se repetirá en
otros momentos de la vida, y a lo mejor puedo programar a mis células para que
si confíen, puedo hacerlo yo misma, oportunidades como: alcanzar una meta, superar
obstáculos, hacer una confesión difícil. Si, todas esas serán oportunidades
para re-nacer y para recordar el paraíso, para en definitiva, sentir alivio.
Otra opción es que aprenda a disfrutar de la agonía, eso también es posible.